Amor y Sankalpa
Si la vida yóguica tiene que ver con el amor y no con la perfección, ¿cómo podemos mantener la dirección correcta y evitar perseguir fanáticamente una perfección idealista y olvidarnos del amor?
La vida yóguica no tiene que ver con amor o con la perfección. El concepto de amor en la sociedad actual hace que una persona sea débil y ese no es el propósito del amor. El amor se define como afecto, cuidado, simpatía, etc. Pero ¿es eso realmente amor? El concepto social del amor es sensual, sexual, emocional. Se considera amor a aquello que complace a través de los sentidos. Se define amor como algo que se absorbe emocionalmente y que es agradable. Incluimos tantas cosas en lo que consideramos que es el amor, o las expresamos con el ropaje del amor, pero en realidad todo esto inhibe el desarrollo de la fuerza interior y hace que la gente sea débil. Por lo tanto, es un error decir que la vida yóguica es acerca del amor.
No pueden afirmar que el amor es condicional o incondicional hasta cuando hayan llegado al punto en el que sean capaces de distinguir entre el amor personal y el amor impersonal. ¿Cuál es el papel de Dios en relación con la humanidad? ¿Cuál es el papel de una madre en relación con sus hijos? Si dicen que Dios nos ama a todos y que una madre ama a sus hijos por igual, ¿cuál es la expresión de ese amor en la vida? El amor que existe entre padres e hijos es el verdadero amor. Entre marido y mujer o entre amantes es un amor condicional. El único amor incondicional que existe en nuestras vidas es entre madre e hijo. En ese amor se puede hacer cualquier tipo de sacrificio. No es un amor sobreprotector, no coarta la vida, por el contrario, la nutre. La crianza es importante porque desarrolla la fuerza interior.
Mientras que eres amable con la persona que amas, todo es de color de rosa, pero si por alguna razón uno de los dos se enfada, todo el concepto de amor se derrumba. Por eso, a pesar de que todo el mundo quiere que lo amen, todo el mundo termina cayendo en el enamoramiento. Cuando “aman» a alguien, dicen que están enamorados, pero en vez de caer en el enamoramiento deberían elevarse en el amor. Cuando el amor se vuelve condicional, caen y cuando el amor se vuelve incondicional, se elevas. El amor incondicional existe entre Dios y la humanidad, y por eso siempre estamos mirando a Dios como fuente de inspiración y fuerza; como fuente de cuidado y afecto. Estamos tratando de elevarnos a ese nivel a través de nuestra sinceridad, nuestra fe, nuestra convicción, nuestra creencia. Estamos dispuestos a pasar por todas las pruebas y tribulaciones de la vida para experimentar ese amor incondicional.
Una madre quiere mucho a su hijo. El niño es parte de su cuerpo, parte de su espíritu. Impulsada por ese amor, la madre se asegura de que el niño tenga siempre las oportunidades adecuadas para crecer. Por ejemplo, si el niño está enfermo, con dolor, si tiene gangrena, la madre lo llevará al médico y dirá: «Amputa la pierna para que el niño sobreviva». ¿Dirá entonces el niño a la madre: «Me amputas la pierna porque ya no me quieres»? Esto sucede con los adultos. En el momento en que algo ocurre, el amor se desmorona.
Entonces el yoga no tiene que ver con el amor, al menos no en la forma en entendemos el el amor. Para mucha gente el amor es una oportunidad para abrazar a todo el mundo. Buscan la satisfacción emocional bajo la apariencia del amor. Pero eso no puede ser amor ya que el amor debe hacer a la persona fuerte, no débil.
¿Qué es la perfección? Si se define la perfección, entonces ya no es perfección porque la perfección no se puede definir. ¿Quién es perfecto en el mundo? ¿Puede un maestro ser perfecto? ¿Puede un profesor ser perfecto? ¿Puede un individuo ser perfecto? Mientras estemos en este cuerpo, mientras estemos en este mundo, somos esclavos de los condicionamientos del cuerpo, la mente, las emociones y el espíritu. Estos condicionamientos no nos permitirán ser perfectos. Así el yoga tampoco trata de la perfección.
¿De qué trata el yoga? El yoga consiste en tomar conciencia. El yoga tiene que ver con manejar los aspectos negativos de nuestro carácter y desarrollar las cualidades positivas que elevan nuestra naturaleza, y con ello elevar también a los demás. Cuando expresamos estas cualidades, otras personas se elevan, ¡y eso es el yoga! Si tienes la cualidad de amar, entonces el amor se manifestará, pero ese amor será incondicional. Si no tienen esa cualidad, por mucho que lo intenten, no ocurrirá nada. Pueden abrazar a un millón de personas, pueden decir cosas lindas, pero nunca sabrán lo que es el amor.
Hay una historia sobre una persona que practicó austeridades durante muchos años para manifestar a Dios en su vida. Conmovido por estas austeridades, Dios se le apareció y le dijo: «Pídeme la gracia que quieras». La persona respondió: «No tengo nada que pedir. Mi deseo era sólo verte, no pedir una gracia». Dios repitió su petición, pero cada vez la persona se negaba a pedir una gracia. Entonces, cuando la persona comenzó a alejarse, Dios le concedió la gracia de la curación a su sombra. Sin saber que su sombra había recibido esta gracia, la persona siguió caminando en la ignorancia. Pero los milagros ocurrían detrás de él. Su sombra cayó sobre un árbol muerto y el árbol se volvió verde, cargado de hojas, flores y frutos. La sombra cayó sobre una persona enferma y ésta sanó y empezó a saltar de alegría. La sombra cayó sobre un ciego, y éste, de repente, pudo ver. La sombra cayó sobre un cojo, quien de repente pudo caminar. La sombra cayó sobre una persona muerta, y ésta revivió. De este modo se producía un milagro tras otro, y la persona ni siquiera lo sabía. Dondequiera que iba, la bendición de la curación actuaba a sus espaldas a través de su sombra, sin que él lo supiera.
Esta historia transmite un mensaje sencillo. Cuando expresen sus cualidades, sean como esta persona. Todo sucederá sin expectativas y sin deseos, siempre y cuando el corazón sea diáfano, abierto y sencillo. Este es el resultado de la vida yóguica. La vida yóguica no es perfección, no es amor, es conocer, realizar y expresar lo mejor de uno mismo.
Tomado de Yoga Magazine, enero 2005