El recorrido entre el gurú y el discípulo
Uno se convierte en discípulo cuando es capaz de disciplinarse. ¿En qué consiste esta disciplina? El manejo de los seis ‘amigos’ hace que uno se convierta en discípulo, antes de eso sólo se es un chela. Chela significa ‘jo chalta hai’, alguien que se limita a acompañar y a luchar mucho. A una persona así se le puede llamar de cualquier manera: aspirante, jignasu; novicio, brahmachari, o aarthi, alguien que necesita ayuda, pero todos ellos buscan siempre la autogratificación. En cambio, un discípulo siempre está tratando de seguir la disciplina para adquirir ese equilibrio y armonía en su naturaleza, la cual sólo se puede alcanzar mediante la disciplina interior. Esta es la principal diferencia entre un discípulo y un aspirante.
Hay muchos aspirantes que se esfuerzan, que luchan, que se caen y se vuelven a levantar, y que están decididos. Tal vez un día, cuando lleguen a su destino, puedan ser llamados discípulos. Sin embargo, esa condición y esa conciencia se tienen que desarrollar y evolucionar.
Obstáculos
Ciertas condiciones obstaculizan la conexión espiritual de un discípulo con el maestro. ¿Cuáles son esas condiciones? La primera es imponer y buscar la confirmación de sus propias ideas en lugar de intentar comprender las enseñanzas del gurú. Esto crea una barrera y se convierte en un impedimento para absorber las lecciones que hay que aprender del maestro. La segunda es centrarse en la autorrealización y no en el aprendizaje, lo que no permite que se produzca una comunicación abierta entre el profesor y el alumno. La tercera condición es cuando la atención se centra más en la personalidad física del maestro y no en el tattwa, la esencia, que la persona está tratando de difundir. Hay mucha gente que puede decir: «Swamiji es una buena persona». Se centran en la personalidad. Centrarse en la esencia sería, «Sí, Swamiji ha dicho lo correcto y yo debería esforzarme por ser así». Esto es algo que sólo pocas personas pueden hacer.
Otro impedimento es buscar la protección emocional del gurú y proyectarse emocionalmente en el maestro. Uno espera que el maestro desempeñe diferentes papeles en su vida, a veces como terapeuta, a veces como consultor, a veces como asesor financiero, a veces como psicoanalista, a veces como cocinero y otras como sacerdote. La mayoría de la gente tiene una idea confusa y enredada sobre el papel del gurú, y esa proyección emocional no permite que se produzca una comunicación clara.
Pensar que uno es alguien especial y que por tanto no necesita seguir la maryada, las disciplinas, es otro impedimento. Ese sentimiento de ser especial es el resultado del desarrollo de su propia arrogancia y ego. En tales circunstancias, ¿cómo puede haber disciplina?
Esperar sólo suavidad de parte del maestro y evitar la dureza es otro obstáculo. No se aprende nada si siempre se espera recibir palmaditas en la espalda y que se le diga lo que tiene que hacer. No se quiere recibir ninguna dureza porque se siente que en ella no hay aprendizaje alguno. Este es uno de los mayores defectos. ¿Por qué debería un maestro a ser duro? Porque ve una evidente imperfección. Esa confrontación con la propia debilidad no se da cuando no se aprende de la dureza del maestro. En su lugar se busca proteger la propia debilidad, y por lo tanto no hay cambio ni transformación.
Hay un apego a la propia imagen y no hay reconocimiento de las propias debilidades. Todo el mundo intenta proyectarse como una persona agradable, buena, alguien de importancia, posición, poder, que cae bien, que es cercana o especial. No hay esfuerzo para reconocer las propias debilidades, y se vive una vida de hipocresía. Este es otro obstáculo para ser discípulo.
Algunas personas también son santurronas, critican a los demás en cada oportunidad que tienen y nunca son comprensivas. «Oh, esa persona es así, Oh, tal persona es asá, Oh, esto no sucede así, Oh, eso no ocurre de esta manera». Quienes manifiestan ese comportamiento, y son constantemente críticos y quejumbrosos, se aíslan totalmente. Como no dan apoyo ni simpatía, nadie les apoyará ni simpatizará con ellos tampoco.
Pensar demasiado y aplicar poco también es un impedimento. Pensar mucho, pero aplicar poco es un gran impedimento en la vida espiritual. También hay algunas personas que transfieren sus apegos mundanos al entorno del ashram, y esto también restringe el avance en la vida espiritual.
Hay algunas personas que son incapaces de valerse por sí mismas y tratan de hacer del gurú su consejero. «¿Qué debo hacer?, ¿cuándo debo hacerlo?, ¿cómo debo hacerlo?». Hay mucha gente que viene a mí y me dice: «Swamiji, quiero enseñar yoga». Yo les digo: «Estupendo, hágalo». Entonces me doy cuenta de que cometí un gran error, porque luego me dicen: «¿Dónde debo abrir el centro? ¿Puede darme el programa de estudios? ¿Cuánto debo cobrar? ¿Puede organizarme?». Si quiere hacer algo, hágalo usted mismo. ¿Por qué pregunta por el programa de estudios y dónde y cuánto cobrar y todo eso? Sólo quiere satisfacer su ego a través de mis consejos y sugerencias. Todo el mundo quiere que el gurú lo patrocine para lograr reconocimiento y estatus en la sociedad. Eso está mal.
También existen algunas personas poco prácticas, las que piensan que la vida espiritual es sólo meditación y niegan todo lo demás. Estas incluso se convierten en fracasados en la vida.
El dharma de un discípulo
Cuando observamos estas situaciones que surgen de la interacción con los sentidos, los objetos sensoriales y los vrittis de la mente, surge entonces la pregunta: ¿Cuál debe ser el papel, el dharma y el deber de un aspirante? El primer y más importante dharma o deber es imbuirse de las enseñanzas del maestro.
Me gustaría compartir una experiencia que he vivido con mi propio gurú. Cada vez que me reunía con mi maestro, Swami Satyananda, siempre tenía un pensamiento en la mente: “Niranjan, sé una esponja, empápate de todo lo que puedas”. En cada satsang, en cada encuentro con él, solía decirme esto: “Niranjan, sé una esponja, empápate de todo. No tendrás otra oportunidad’. Viví este pensamiento durante toda la vida que viví con Sri Swamiji y mi aspiración era impregnarme de la enseñanza. La aplicación de esa enseñanza es la verdadera devoción al gurú, a la vida espiritual y a Dios. No lavarle los pies, eso no es devoción.
Recuerda que la devoción nunca se considera karmakanda, un ritual. Esto es solo una acción, mientras que la devoción es siempre la aplicación de la enseñanza. Vivir esa enseñanza indica su compromiso, sinceridad y seriedad en seguir el camino espiritual.
El segundo esfuerzo consiste en conectarse siempre con lo positivo. Ese es el segundo dharma de un aspirante espiritual, ya sea chela o shishya. La diferencia entre ambos se ve en las palabras chela y shishya. Chela viene de la raíz chal que significa avanzar y shishya viene de la raíz shash que significa shiksha ko prapt karana, ser educado. Así que ser disciplinado es ser un discípulo y seguir los caprichos de la mente es ser un chela.
El tercer dharma de un discípulo es cultivar la fuerza interior y la sankalpa shakti, la resolución de que «si me propongo conseguir esto, lo conseguiré». Esa sankalpa shakti ha de existir en la mente de un discípulo.
La cuarta implica shraddha, fe. No hay que confundir shraddha y fe con proyecciones emocionales. La proyección emocional no es shraddha. Shraddha es un sentimiento de reverencia, respeto y honor, es apreciar algo que le es querido. Si ese es el sentimiento por el gurú, este no se debe convertir en una proyección emocional. Aquí es en donde fallan la mayoría de las personas. No ven la distinción entre la fe y las asociaciones emocionales que ponemos en el maestro, aunque son dos cosas completamente diferentes.
Otro aspecto importante es superar el ego; superar la envidia, los celos, el odio. Hay que intentar liberarse de la envidia y de los celos de los hermanos y hermanas de gurú. En toda familia existe el ansia de ser reconocido. Todo niño quiere ser reconocido por sus padres. Del mismo modo, todo individuo quiere ser reconocido por el maestro. La competencia entusiasta es natural, pero debe expresar su creatividad y no su envidia y sus celos. Caer en la envidia y los celos también conduce al fracaso como discípulo.
Otro dharma de un discípulo es ser consciente del dharma del gurú, y ser consciente de las expectativas del gurú, no de las propias. “¿Qué espera el gurú de mí?” y no “¿qué espero yo de mi gurú?”. Un discípulo se debe preguntar “¿Qué espera el gurú de mí?, ¿Cómo quiere que viva?, ¿Cómo quiere que sea?”, y luego esforzarse por estar a la altura de esa expectativa. Si el gurú espera apoyo y cooperación con una sonrisa, viva eso; si la expectativa es servicio y trabajo duro, viva eso; si la expectativa del gurú es que medite y se perfeccione en la sadhana, hágalo. Sea consciente de las expectativas del gurú, en lugar de centrarse únicamente en sus propias expectativas. Intente estar también a la altura de las expectativas del gurú.
No espere gracia, más bien haga el esfuerzo usted mismo. Un discípulo nunca debe esperar ninguna forma de gracia. Cuando hace el esfuerzo, entonces se da cuenta de que al hacer el esfuerzo ha obtenido toda la gracia. No debe haber ninguna expectativa de gracia, más bien debe confiar en sus propias capacidades. Un discípulo debe caminar siempre por la senda del dharma y nyaya, la justicia. Si un discípulo comete actos adhármicos o anyaya, injusticia, no hay disciplina interior.
El deber y papel del gurú
Estas son las cualificaciones de un aspirante espiritual definidas por las escrituras. Entonces, al igual que existen las cualificaciones y los deberes de un discípulo, también existe el deber de un gurú, ya que es el mismo discípulo el que finalmente, al superar los seis «amigos», se pone gradualmente en los zapatos del maestro. Es el mismo discípulo, el mismo aspirante, el mismo individuo que empezó con todo lo bueno y lo negativo del paquete. Con el esfuerzo realizado para vaciar lo negativo del paquete y poner lo positivo, sigue caminando por la senda y finalmente descubre que ha superado la influencia de los seis amigos. Ahora se pone en los zapatos de un gurú y se convierte en la inspiración y el maestro. Así pues, es el mismo individuo, que ha recorrido el camino, el que adopta el papel natural del maestro.
El gurú tiene tres papeles: el primero es el de maestro, el segundo es el de consejero y el tercero es el de inspirador. Como maestro, le da técnicas, procesos y sistemas específicos que puede aplicar para mejorar sus condiciones en la vida. Como asesor, aconseja sobre la secuencia y la progresión de los esfuerzos y la sadhana del estudiante. Le mantiene motivado para recorrer el camino correcto: como maestro cuando está cerca; como consejero cuando está lejos, y como inspirador una vez que el discípulo ha adquirido la capacidad de ser independiente.
Estas son las tres funciones de un gurú, nada más que eso. ¿Qué otro papel puede haber? Cualquier siddhi es un logro personal, darlo no es deber, papel o dharma del maestro o gurú. Cuando observamos los ejemplos clásicos de gurú, vemos estas tres funciones.
Una de las funciones del gurú es capacitarlo como discípulo para que asuma la responsabilidad de sí mismo con sabiduría, claridad y comprensión. Una vez que se hayan superado las limitaciones de la propia mente, esta es la condición natural que debe aparecer en la vida. El gurú es un recordatorio y una ayuda para indicar: «Escucha, esto es lo que tienes que lograr. Tienes que asumir la responsabilidad con sabiduría, claridad y comprensión”. La enseñanza del gurú es asegurarse de que se siga el camino del propio dharma, un soldado debe ser un soldado, un ingeniero debe ser un ingeniero, un médico debe ser un médico, un fontanero debe ser un fontanero, y asegurar de que todos caminen por su dharma, de que todos vivan su dharma de la mejor manera posible con felicidad, alegría y paz.
A veces los gurús también asumen la negatividad de otras personas porque tienen la fuerza para manejarla, aunque esto sólo ocurre en casos muy raros, cuando existe una empatía total entre dos personas. Aquellas personas que hayan visto a Paramahamsaji sabrán que muchas veces cuando la gente acudía a él con su problema, dos días después se encontraban bien y ese problema aparecía en su cuerpo.
Una vez una señora tenía un gran forúnculo en el pie y no podía caminar. Suplicaba a Paramahamsaji diciendo: «Cúrame para que pueda caminar». Paramahamsaji le dijo: «Ponte un poco de agua del Ganges en el pie», y se fue. El agua del Ganges se convirtió en el medio para transmitir su gracia. Al día siguiente, la hinchazón del pie de la señora había disminuido en un ochenta por ciento y en el pie de Swamiji había aparecido una enorme hinchazón en el mismo lugar. Ese día tenía que dirigir un programa y no podía caminar, tuvimos que llevarle en brazos. Esto sucedió en Bolangir, Odisha, y la gente de Bolangir es testigo de ese incidente. En dos días, cuando el pie de la otra persona estaba curado, la hinchazón completa había llegado al pie de Paramahamsaji y tardó dos días en desaparecer. Asumió el dolor y el sufrimiento porque tenía la fortaleza y era capaz de ayudar a esa señora. Es una capacidad que se desarrolla a través de la purificación interior.
Aunque el gurú definitivamente no es trikaaladarshi, alguien con conocimiento del pasado, presente y futuro, él aplica la sabiduría en la vida. Aplicando la sabiduría, puede evaluar el pasado, el presente y el futuro. Estas son condiciones naturales de la mente que se despiertan cuando se han superado los seis “amigos”.
Para superar los seis «amigos», tenemos que pensar en cambiar nuestro estilo de vida. Los asanas, el pranayama y la meditación no nos llevarán hasta allí. Este cambio sólo se puede producir tratando de identificar lo bueno, lo virtuoso y lo positivo de la vida y aplicando estas cualidades, de una en una. Ese es el propósito de los yamas y niyamas. Es ahí es donde interviene el gurú y le dice al discípulo que para manejar a los seis «amigos», es necesario desarrollar este estado mental, esta condición de la mente, y superar los antojos, los deseos y las necesidades. Viviendo manahprasad y simplemente siendo feliz, descubrirán que sus necesidades se reducen por el simple hecho de ser feliz.
El papel del gurú en la vida es hacer que nos conectemos con lo virtuoso y lo positivo, que experimentemos y aumentemos nuestra propia belleza, y que nos conectemos con Satyam, experimentemos Sundaram y nos volvamos Shivam. Ese es el recorrido entre gurú y discípulo.
Guru Poornima, 30 de julio de 2015, Paduka Darshan, Munger
Tomado de http://www.yogamag.net/archives/2020s/2021/2107/2107jour.html