Hoy en día escuchamos mucho sobre el yoga chino, el japonés, el indio y el egipcio.
¿Cuál es el valor relativo de estos enfoques?
Hoy en día vivimos en una época en la que la gente ha abierto sus mentes. Todas las culturas han tomado conciencia de la ciencia del yoga que ya existe en su país y prefieren marcarlo con el nombre de yoga indio, yoga chino, yoga japonés y quizás también yoga europeo. No me importan los diferentes nombres de marca. Para mí, lo importante no es el tipo de yoga, sino el propósito del yoga. Lo importante es la evolución de la conciencia colectiva, y si ese propósito puede ser logrado por el yoga chino, o el japonés, o el egipcio, o tal vez el occidental, bien. Sin embargo, si el yoga indio, el japonés, el chino, el egipcio o el occidental está llevando a la conciencia humana desde la experiencia interna a la conexión externa y a las personalidades divididas, entonces no importa cómo se llame, debemos rechazarlo.
El yoga es el dominio absoluto de las funciones de la mente; el yoga es el equilibrio absoluto y el equilibrio en cualquier situación. El yoga es la capacidad de experimentar lo que no hemos experimentado hasta ahora. Los científicos se han adentrado mucho en las galaxias, descubriéndolas, pero lo más importante es que cada individuo debe entrar en las galaxias interiores de su propia existencia y debe descubrir mayores formaciones y expresiones de esa existencia. La vida no es sólo esto, es mucho más. Si algún yoga puede enseñar esto, lo acogemos desde el fondo de nuestros corazones. No importa qué marca lleve, estamos abiertos a su bendición.
Swami Satyananda Saraswati en la Convención de la Unión Europea de la Federación Nacional de Yoga, Zinal (Suiza), 1977.