Meditación
La meditación es un método a través del cual nuestra alma, nuestro espíritu, nuestras vidas pueden evolucionar, pero existe un gran problema que preocupa a muchos aspirantes. Ese problema es cómo lograr meditar con éxito, y es algo que muchas personas no logran resolver en toda su vida. Cerrar los ojos y mirar hacia dentro suena bastante fácil, pero sumergirse profundamente en la propia conciencia es algo que no resulta tan sencillo. Para hacer eso, debe haberse formulado algún tipo de sistema, alguna forma de entrar en meditación, que sea realmente una forma de adentrarnos en nuestra consciencia.
Existe un sistema así para guiar al aspirante por el camino de la meditación. Los principales obstáculos en ese camino son los numerosos pensamientos que se agolpan automáticamente en la mente, cada vez que nos sentamos a meditar. Éstos son de muchos tipos, tales como pensamientos sobre el pasado, el presente y el futuro. Existe la teoría de que estos pensamientos deben suprimirse inmediatamente, evitándolos con la fuerza de la mente.
Una segunda teoría apoya la idea de que, si un pensamiento en particular viene a la mente, hay que dejarlo llegar y observarlo cuidadosamente. No hay que suprimirlo. Toda la práctica de la meditación se basa en estas dos teorías fundamentales: una suprimir los pensamientos y la otra expresarlos.
Ambas ideas son correctas. Simplemente hay que aplicarlas correctamente. Cuando la mente está terriblemente alterada y los pensamientos se abalanzan sobre ella sin cesar, deberá observar sus pensamientos y ser testigo de ellos. Cuando la mente se vuelve relativamente tranquila y sólo vienen unos pocos pensamientos, que no son apremiantes y no sacuden su conciencia desde el centro mismo de su ser, entonces deberá suprimir esos pensamientos. Esas pocas distracciones deberán suprimirse y evitarse.
Por ejemplo, si usted está perturbado mentalmente y se sienta a meditar, y se da cuenta de que cada vez que intenta fijar el pensamiento en un punto, un tema, un objeto o un símbolo, de un modo u otro la conciencia se le escapará y, al cabo de un rato, descubrirá que se está quedando pensando en esas perturbaciones que ha sufrido durante el día.
Entonces, de nuevo intenta traer su mente de vuelta, pero ésta no quiere regresar. En este caso, será necesario que practique ser testigo de los pensamientos durante algún tiempo. Este método se conoce como silencio interior, en términos técnicos yóguicos, antar mouna. En sánscrito antar significa interior, y mouna significa silencio. Este silencio interior es el primer requisito, el primer paso para meditar con éxito.
Antar mouna
Esta práctica es buena para aquellas personas que tienen una condición mental muy perturbada. Su mente se comporta como un mono borracho. Es incapaz de sentarse tranquilamente ni siquiera por un segundo. Este primer paso no es para almas evolucionadas o aspirantes que ya están en el camino; es para principiantes que saben poco o nada sobre la meditación, la mente y la conciencia. Son bebés, por así decirlo, por lo que deben empezar por el comienzo con la práctica del silencio interior. Primero siéntese con la columna vertebral erguida. Esto es muy importante, no debe estar ni tensa ni doblada, sino erguida. Cierre los ojos y pregúntese en qué está pensando. Si vienen pensamientos a su mente, buenos o malos, déjelos. No controle ni un solo pensamiento, no retenga ningún pensamiento y no se deje perturbar por ningún pensamiento. Permita que fluya la corriente de la conciencia.
En esta práctica lo importante es que usted no es el pensador, es el observador de los pensamientos. Esta es la única actitud que debe mantener en todo momento, ser consciente y permanecer consciente de que usted es un observador, un visualizador de los pensamientos; no el pensador de los pensamientos. La tendencia es convertirse en parte del proceso del pensamiento e identificarse con ese proceso hasta el punto de que no hay diferencia entre el pensador y el pensamiento. En la práctica del silencio interior, la conciencia se divide en dos partes: una parte es el pensador y la otra es el observador del pensamiento. Debe existir un proceso constante de «estoy viendo el pensamiento», sin innvolucrarse en el pensamiento mismo.
Para ayudarse a seguir siendo el vidente, imagine una pantalla delante de usted. Véala mentalmente. Puede ser blanca, morada, rosa, amarilla o negra, quizá gris. El color viene determinado por la estructura elemental de su personalidad en ese momento. No permanece mucho tiempo del mismo color porque los elementos de su cuerpo cambian de un momento a otro. Cuando cierra los ojos, debe proyectar sus pensamientos en la pantalla. Por supuesto, cuando tiene los ojos cerrados, ve la oscuridad, el espacio interior o el firmamento interior. Ese espacio interior es la pantalla y sobre la pantalla usted proyecta pensamientos espontáneos; deben brotar del fondo de su conciencia.
Por definición, los pensamientos espontáneos proceden de su interior, no son inducidos por algún suceso externo. Por ejemplo, si le viene un pensamiento porque un hombre acaba de pasar por el porche, es un pensamiento externo que entra en su conciencia desde fuera. Pero suponga que le viene a la mente un pensamiento sobre sus padres, ése es un pensamiento procedente de las profundidades de su conciencia. Usted continúa proyectando estos pensamientos sobre la pantalla. Intenta agotar todo el acervo de los pensamientos de su subconsciente que se expresen espontáneamente, sin ponerle freno a ninguno. Durante toda la práctica usted sigue siendo el observador, y dice: «Estoy pensando y ahora me viene a la mente este pensamiento en particular».
En este método existe el peligro de que no seamos conscientes de que estamos viendo un pensamiento concreto. Se nos escapa de la conciencia. Sólo después de que el pensamiento haya pasado se dará cuenta de que pasó por su mente. Tarde o temprano, a veces en cuestión de días, descubrirá que su mente se vuelve cada vez más silenciosa. Así que esta práctica del silencio interior es una práctica para producir tranquilidad. En el yoga este estado de tranquilidad se conoce por su nombre sánscrito: pratyahara. Significa retiro de los sentidos, y es esencial para la meditación. Pero antes de que podamos alcanzar el estado de pratyahara, tenemos que pasar por todo un proceso de eliminación de pensamientos en la mente.
Hay otros pensamientos que también deben purgarse de la mente: los pensamientos del pasado que están listos para expresarse. Podemos establecer un paralelismo entre estos procesos de pensamiento y el proceso digestivo. Usted come un determinado alimento. Permanece en el estómago durante unas cinco horas, luego pasa al intestino delgado durante unas horas, después pasa al intestino grueso, al colon. Ha sido procesado, y lo que el cuerpo no necesita, ahora lo elimina. Del mismo modo, dentro de su personalidad hay cientos y miles de impresiones que pertenecen a esta vida, heredadas, importadas del exterior y pertenecientes a vidas anteriores. Todos esos pensamientos están en forma de impresiones que deben agotarse mediante su expresión en la meditación.
Hay experiencias e impresiones de vidas anteriores y también de esta vida que están en estado embrionario y aún no están listas para salir. Aunque usted quiera que se expresen, no lo harán porque son inmaduras. Luego hay ciertos pensamientos que necesitan salir y expresarse. Han llegado a la puerta. Han madurado y han llegado a un estado de fructificación. Esta masa particular de pensamientos tiene que salir. No puede reprimirlos. Estos pensamientos maduros han pasado por un proceso de reposo, un proceso de fructificación, de expresión del deseo. Por lo tanto, el meditador tendrá que agotar todos esos pensamientos que están deseando expresión, que se encuentran a las puertas de la mente. Esto puede hacerse mediante el silencio interior.
En la meditación, la primera práctica es el silencio interior. Puede prolongarse durante días, semanas, meses e incluso años. Es posible agotar la mayoría de los pensamientos más apremiantes en unas pocas semanas. En cuanto lo haya hecho, descubrirá que la calma llega a su mente y que los apremios del interior no son molestos. Entonces tendrá que lidiar con el ruido del exterior.
Agotar los pensamientos
Existe el ruido de la televisión, los altavoces, la radio, los bebés llorando, los niños jugando, los vecinos, los coches, los trenes, los aviones, junto con pensamientos sobre el futuro como «tengo que ir a la oficina, tengo que educar a mi hijo, tengo que cerrar la puerta» y ad infinitum. Tantos pensamientos perturban la mente. Estas distracciones también tienen que ser eliminadas de la mente. Ello significa que en la primera etapa de la meditación se deben hacer salir de la mente esas impresiones que buscan expresión. En yoga el método a utilizar es «ver» sus propios pensamientos. Obsérvelos durante todo el tiempo que pueda, siempre que le sea posible. No sólo en el momento reservado para esta práctica por la mañana y por la noche, sino en cualquier lugar, en todas partes. Si le viene un pensamiento, tome conciencia de él en cualquier momento. Tendrá que desarrollar una facultad para ver sus pensamientos desde que se levanta hasta que se retira por la noche.
¿Tiene idea de cuántos pensamientos llegan a su mente a lo largo de un día? No, porque usted no es consciente. La conciencia es una facultad que tendrá que desarrollar. En el momento en que desde las profundidades de su conciencia le llegue un pensamiento, deberá verlo, saber que ha llegado y luego dejarlo pasar. Por poner un ejemplo para que esto quede perfectamente claro, usted pasa muy a menudo por una determinada carretera. Hay muchos autos que también la utilizan a diario, pero usted nunca repara en ellos, aunque los mire varias veces al día. Pregunte a un policía de tráfico. Se fija en todas las matrículas porque es su deber hacerlo, ésa es su «facultad». En la meditación, tendrá que utilizar la facultad de un policía de tráfico, de modo que se fije en la naturaleza de cada pensamiento que pasa por la mente. Si hace esto durante el día, comprobará que su meditación tiene más éxito, en lo que se refiere a las impresiones del pasado.
Otra dificultad con la que tiene que lidiar son los pensamientos sobre el futuro, los pensamientos anticipatorios. Cuando se sienta a meditar, no surge ningún pensamiento del pasado, pero se encuentra con este segundo problema: comienzan los pensamientos sobre el futuro; posibles dificultades financieras, matrimonios, divorcios, economías, familia, si ciertas cosas tendrán lugar o no. ¿Qué debe hacer? Cuando le viene a la mente un pensamiento concreto sobre una dificultad futura, se está anticipando debido a un miedo básico en su personalidad, que no puede cortar de repente, es un complejo de miedo. El miedo aparece.
Tal vez exista el peligro de una crisis en su vida en algún momento futuro. ¿Qué va a hacer, apaciguar ese pensamiento o ignorarlo? Si no logra apaciguar ese pensamiento y se obliga a meditar en su deidad o mantra, ¿qué ocurrirá? En las profundidades de su meditación, aparecerán los miedos en forma de visiones. Verá dragones, serpientes, fantasmas y otras cosas de esta naturaleza, y pensará que son buenas experiencias, pero no son experiencias. Son expresiones de su propia conciencia. A menos que resuelva el problema particular de la conciencia, no sirve de nada seguir adelante con la meditación.
Hay una solución sencilla para este problema. En el momento en que un miedo o cualquier otro complejo relativo al futuro venga a su mente, déjelo venir y deje que el pensamiento se desarrolle hasta el extremo. Estos son los problemas psicológicos. Deje que los pensamientos se desarrollen hasta tal extremo que piense en todo lo malo que pueda ocurrirle. Llegue a un punto en el que haya terminado con el pensamiento. Córtelo.
Ahora traiga a su mente un pensamiento contrario, utilice el mismo proceso de pensamiento, pero de naturaleza opuesta. Piense en un pensamiento positivo. Si le viniera a la mente que a veces en un futuro próximo, va a sufrir una grave pérdida financiera y deja que este pensamiento se convierta en la máxima catástrofe, entonces inicie el pensamiento de que puede gestionar sus problemas financieros, lo ha hecho en el pasado y lo hará en el futuro. En otras palabras, cree un pensamiento de contrapeso, una especie de pensamiento heroico lleno de fuerza. Debe tener confianza. La neutralización positiva supera a la negativa. Esta es la ley de la mente. Este es el punto dos.
El punto tres se refiere a los problemas del presente. Uno de los problemas es qué hacer con el cuerpo físico que se niega a comportarse, en particular para el aspirante de Occidente, que siempre se ha sentado en sillas con el resultado de que las articulaciones de los tobillos y las rodillas están extremadamente rígidas. Para él la postura del loto resulta muy difícil. Además, descubre que su columna vertebral no se mantiene erguida, su cuello se resiente y se cansa y sus brazos a veces se sienten como si fueran de plomo. Estas dificultades pueden resolverse mediante los asanas, las posturas físicas. No existe ninguna ciudad de cualquier tamaño, sobre todo en Occidente, que no cuente con profesores que enseñen los asanas y pranayamas del hatha yoga. Hay muchos buenos libros sobre el tema que puede utilizar un aspirante, aunque es aconsejable contar con un profesor capacitado.
Junto con el problema del cuerpo viene el de una mente «ocupada» que debe aquietarse antes de que cualquier tipo de meditación tenga éxito. Una vez agotados los pensamientos del pasado y los pensamientos negativos sobre el futuro mediante los procesos descritos en los pasos uno y dos, pueden emplearse ciertas técnicas para eliminar los pensamientos del presente y aquietar la mente. Hay muchas formas de hacerlo: usando cuentas con un mantra como en el japa yoga y el canto o la música como en el bhakti yoga, por nombrar algunas. A través de estas prácticas puede traer la paz necesaria a su mente y cuando esto esté hecho puede proceder con la meditación.
11 de junio de 1968, Sociedad Teosófica, Chicago, EE.UU.
http://www.yogamag.net/archives/2020s/2023/2302/2302med.html