Pasos en el camino espiritual
La sal de la vida es el servicio desinteresado, el pan de la vida es el amor universal, el agua de la vida es la pureza. Por lo tanto, sirve, ama y sé puro. La fragancia de la vida es la generosidad, la dulzura de la vida es la devoción, el eje de la vida es la meditación. La meta de la vida es la autorrealización. Por lo tanto, sé puro y generoso, sé bueno y haz el bien, medita y realiza el Ser.
Ashtanga yoga
Servir: El primer paso en el camino espiritual es el servicio desinteresado a la humanidad. El servicio desinteresado es la consigna en el camino hacia la salvación. El servicio siempre eleva y diviniza. El servicio purifica, redime y energiza. Vivir la vida a través del servicio es intimar con el secreto más íntimo de la vida. Servir a la humanidad con sinceridad y sentimiento es estar en unión con la conciencia cósmica.
Amar: El amor es la verdad y el amor es el bien. Es la expresión más elevada del alma. Es la esperanza del mundo. Donde hay amor, hay paz, y donde hay paz, hay alegría. Hay que difundir el evangelio del amor cósmico por todo el mundo. Que el mensaje de amor llegue a los corazones de todos y despierte la fraternidad en el seno de la humanidad. Hay que rodear el mundo con un corazón de amor.
Dar: Hay que ayudar a los pobres, los enfermos, los desamparados, los huérfanos y las viudas. Si una persona da, la riqueza del mundo es suya. Es el secreto de la abundancia y de la vida divina. Por lo tanto, da, da, da. Una persona se gana la vida con lo que recibe, pero se gana la vida con lo que da. Si uno da en abundancia, disfrutará de paz y prosperidad, alcanzará la pureza de corazón y experimentará una emoción indescriptible de éxtasis divino y dicha espiritual. Esto da una tremenda fuerza interior. Un aspirante debe irradiar pensamientos de buena voluntad y compartir lo que tiene con los demás. Debe utilizar su riqueza material, sus conocimientos y su sabiduría espiritual como un fideicomiso divino en beneficio de los hijos de Dios. La oración lleva al aspirante a medio camino de Dios, el ayuno a la puerta de Su morada suprema, y la caridad le procura la admisión.
Purificar: La pureza mental otorga calma, alegría, unicidad, victoria sobre los sentidos y aptitud para alcanzar la realización de Dios. La mente debe purificarse mediante la práctica de las virtudes, el autocontrol y la devoción a Dios. Una mente purificada se convierte en un amigo, porque desgasta la cáscara que cubre la verdad. No hay mayor empresa para cualquier aspirante que purificar su vida de enemistad, odio y pasión y llenarla de amor, bondad y paz.
Ser bueno: La bondad es la virtud más elevada. Implica bondad, benevolencia y moralidad. Hay que cultivar hábitos positivos y tener pensamientos divinos, buenos y sublimes. Ser bueno es divino. Si un aspirante quiere ser bueno, debe ver lo que es bueno, oír lo que es bueno, pensar lo que es bueno, hacer lo que es bueno, hablar lo que es bueno, leer lo que es bueno, escribir lo que es bueno, comer lo que es bueno y beber lo que es bueno. En definitiva, será bueno.
Hacer el bien: Una buena acción nunca se pierde. Purifica el corazón y conduce al descenso de la luz divina y al amanecer de la gracia divina. Cada buena acción es una semilla de inmortalidad. Las personas deben hacer todo el bien que puedan, de todas las maneras que puedan, a todas las personas que puedan, en todos los lugares que puedan, en todos los momentos que puedan, con todo el celo, la fuerza y el amor que puedan, y mientras puedan. Su naturaleza debe ser hacer el bien.
Meditar: La meditación destruye las causas de la tristeza y el dolor. La meditación regular hace que la mente se calme y se estabilice, y abre las vías del conocimiento intuitivo. Cuando el practicante entra en el silencio a través de la meditación profunda, el mundo exterior y sus problemas desaparecen, y disfruta de una paz suprema. En este silencio reside la luz de las luces, la verdadera fuerza y la alegría. Tiene que cerrar las puertas de los sentidos y aquietar sus pensamientos y emociones. Cuando se sienta inmóvil en las primeras horas de la mañana, debe tener una actitud receptiva y comulgar con el Señor, disfrutará de la paz permanente del silencio.
Realizar: Todo el mundo debería vivir para realizar el yo superior interior. Sin aniquilar el ego, no es posible ninguna visión de la verdad o de Dios. La meta de la vida es la realización de Dios.