Satsang sobre el karma (3a. parte)
Durante el desarrollo espiritual, ¿el hombre avanza siempre o a veces el karma lo hace retroceder?
De acuerdo con la filosofía hindú, la evolución progresa, pero a veces, debido al karma, puede que tenga que retroceder. Supongamos que eres una persona espiritual y quieres llegar a lo alto, pero en una etapa particular te das cuenta de que tienes pasiones, un deseo de disfrute de los sentidos o una ambición vengativa. ¿Qué es lo que harás? Lo mismo que harías si fueras al aeropuerto y descubrieras que has dejado el pasaporte. Tendrías que volver, terminar tu negocio allí y luego seguir adelante.
Cuando tienes que retirarte en la vida espiritual, no te conviertes en un animal en cuerpo, eres un ser humano. Puedes comportarte como un tigre, pero tu cuerpo no ha cambiado, es sólo una experiencia. Cuando, a causa del karma, tienes que dar marcha atrás, es sólo temporal y no es por el sufrimiento, sino por la experiencia.
¿Existe el destino o controlamos nuestro propio destino?
El destino existe. Si quieres volver a Bombay, ese es tu destino; es tu destino. El destino se basa en la ley de acción y reacción. Cada acción, cada karma tiene una reacción. Así como tiras una piedra en un lago, y eso crea ondas, de la misma manera, cuando generas karma, estás creando ondas en el cosmos.
El karma no es sólo acción, un pensamiento o sentimiento también es karma. Karma significa movimiento. Dondequiera que haya movilidad, hay karma. Cada karma causa ondas o vibraciones y éstas siguen moviéndose en una reacción en cadena. Cada acción crea una reacción y la reacción genera otra reacción. Con el tiempo, esta reacción en cadena se multiplica en un millón de veces y eso crea el destino. El destino es una ley de la naturaleza y no se puede ignorar. Todos los animales, de hecho, todo el universo, están bajo la ley del destino.
¿Cuál es la necesidad del karma yoga?
En mis primeros días cuando vivía con mi gurú en Sivananda ashram, pensaba que cuando dejara el ashram me quedaría callado y contemplando. Sin embargo, en 1964, cuando empecé el ashram en Munger, muchas personas vinieron a quedarse conmigo, pero nadie se quedó más de tres o cuatro meses. Esto se debió a que no había trabajo para ellos en el ashram. Sólo aprendían y practicaban muchos asanas, pranayama, mantra, meditación, etc. Pero esto no creó estabilidad en ellos, porque sus mentes no estaban purificadas.
Después de algunos años, empezamos a trabajar un poco en el ashram: jardinería, imprenta, edición, trabajo de libros, mecanografía o cocina. Desde entonces el número de internos ha ido creciendo cada semana. Ahora la gente se queda en el ashram durante años. A veces permanecen durante cinco, diez o doce años, con todas las dificultades de la vida en el ashram. Los domingos a menudo les digo a los swamis que cierren todos los departamentos. A veces no les permito trabajar durante tres días consecutivos y se vuelven muy inquietos. Muchos de ellos siguen viniendo a mi habitación pidiéndome que les dé algo de trabajo. Así que ahora los swamis y los huéspedes se dan cuenta de que la naturaleza ha creado en el hombre un deseo y una compulsión por trabajar. Ese es el papel positivo del deseo en la vida.
Si el hombre no tuviera deseos no se vería obligado a trabajar, y si no trabajara, su mente no crecería. Para una persona que no ha evolucionado más allá del tamo guna y del rajo guna es obligatorio trabajar. Incluso si tiene una gran riqueza y todas las necesidades de la vida en abundancia, debe trabajar. Sólo cuando haya alcanzado el estado de sattva, el punto más alto de equilibrio y ecuanimidad puede permanecer sin trabajo, sin karma. Para la purificación de la mente el karma es esencial, y si se practica el karma yoga se alcanza la pureza mucho más rápidamente.